ES HORA DE ARREPENTIRSE
























La hipocresía y el engaño de los hombres inescrupulosos, corrompidos y contumaces que han usado el nombre del Señor para su propio beneficio, tarde o temprano saldrá a la luz y aquellos que han aparentado una piedad serán avergonzados e enjuiciados por el juez justo en aquel día. Cada hombre tiene sus días contados. Dios no puede ser burlado.
 (Roberto Camilla)
     
Mateo 5:6

Desesperadamente necesitados de la Justicia de Dios
 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.


Jesucristo llevando a sus oyentes a ser profundamente golpeados e impactados por los dichos de su boca, los llama dichosos, benditos, supremamente bendecido, afortunados, bien librados  “felices” (no esa felicidad humanista centrada solamente en la necesidad del individuo: amor, dinero y salud) Dicho de paso, puntos que se centran en los mensajes de algunos llamados mensajeros iluminados y también en las artimañas de los brujos, charlatanes y en las diversas religiones de hoy y siempre, llamando a hombres a sentarse, confiar, luchar y sacrificarse toda su vida por estos tres supuestos pilares, que el hombre a través de los siglos ha levantado y así a forjado su propio altar de la felicidad centrándolo ególatramente solo en sus propias necesidades y bienestar humanista, pasajero, insípido y egoísta, diciendo que la dicha felicidad esta en tener: amor, dinero y salud.

Esta supuesta felicidad es humanista y diabólica, completamente opositora a los diseños que Dios ha establecido. La verdadera y eterna felicidad consiste en hacer la voluntad solamente y exclusivamente de Dios. El hombre debe de reconocer convencido por el Espíritu Santo su desesperación de hambre y sed de justicia, que no necesariamente está relacionado con asuntos materiales y presentes, más bien con la justicia que proviene de lo alto. El redimido desea fervientemente hacer la voluntad de Dios.
Una justicia imputada, mediante y por la cual Dios justifica al injusto y perdona al pecador.


 Es aquella justicia que Dios derrama, otorga y regala bondadosamente a todo aquel que cree y recibe por la fe el sacrificio de su hijo Jesucristo en la Cruz del Calvario, donde derramo su propia sangre para perdón de los pecados, Abraham creyó y le fue contado por justicia Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo. (Gn. 15:6) NVI. El hombre es ineficiente y está incapacitado por su propia naturaleza pecaminosa, que no le permite ni lo deja alcanzar por si mismo la justicia que justifica. Nada que el hombre caído haga o deje de hacer, podrá expiar su pecado y librarlo de la ira de Dios y del justo juicio eterno. Todo esfuerzo humano es absolutamente reprobado por Dios, “Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas; todos nos marchitamos como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento, nos arrastran.
(Is. 64:6) La biblia de las Américas.


  No existe nada en el mundo que pueda librar al hombre de su culpa ni de la ira de Dios, el hombre está completamente apartado y perdido, muerto en sus delitos y pecados, la Biblia dice: Y El  os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia (Ef. 2:1;3) La biblia de las Américas. Ciego, esclavo, muerto y eternamente apartado de la gloria de Dios.

Entonces la pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo es justificado el hombre frente a Dios? y ¿Quién produce en el corazón del hombre esta hambre y sed de justicia que lo mantiene desesperado en su conciencia y en un estado de horror frente a su creador? Según la Biblia declara con fuerza que el hombre estando en una condición de oscuridad y de muerte, en un estado podrido, y eterna condenación, cuando llego la hora aquel día señalado por Dios, el  Padre envió por gracia a su hijo Jesucristo, irrumpiendo en las tinieblas, tabernaculizó en medio de la mugre de este mundo trayendo su salvación. Emanuel Dios con nosotros, estaba dicho desde antes que La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamaran Emanuel, “que quiere decir Dios con nosotros”    
      (Mt.1:23) NVI
La justificación proviene y emana única y solamente de la Gracia soberana de Dios, Bienaventurado los que tienen hambre y sed de justicia, desesperación provocada exclusivamente por el Espíritu Santo en aquellos que a de llamar conforme a su amor y propósito. La justicia imputada e impartida en un hombre, provocada soberanamente por medio del Espíritu de Dios llevándolo a Jesucristo para que por medio de su sacrificio en la cruz del Calvario sea lavado, justificado, perdonado y redimido a través de su propia sangre. No tan solo provocara hambre y sed de justicia, también le saciara abundantemente ese anhelo y deseo intenso y a la vez desgarrador de ser justificado delante de Dios, tan solo por su gracia y misericordia.

El hambre y sed de justicia va de la mano consecuentemente y naturalmente con una vida ética del nuevo nacido con sus pares, donde refleja el carácter de Cristo en su vida. El hambre y sed de justicia conduce al cristiano a experimentar una santidad continua en su vida, y la dependencia constante de la Palabra de Dios. Está atento a ella como una lumbrera que lo guía en medio de la densa oscuridad, solamente ellos serán saciados, alimentados con su Palabra ya que la Escritura dice; Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. (Ro. 1:17) Reina Valera. En otras palabras al que Dios ha justificado y le ha hecho justo, Dios mismo lo formara y lo guiara por y a través de cada Palabra que salga de su boca, y le sea revelada en su vida haciéndose carne y vida en él, por medio del Espíritu Santo a través de la Escritura inerrante y eterna, del canon bíblico.

Él Padre los satisface completa y eternamente a través y por medio de uno solo, aquel que es la fuente inagotable dada por Dios, es el logos hecho carne. De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia. (Jn.1:16) NVI.  Jesús el Cristo el hijo del Dios viviente.

Una persona que ha experimentado esa hambre y sed de justicia, por voluntad del Padre eterno que le ha permitido arrepentirse por medio de su Espíritu Santo convenciéndolo de pecado, justicia y juicio y a su vez ha sido saciado con la fuente de su Gracia dentro de la vida de aquella persona y le ha regenerado por medio y a través y solamente por los meritos de Cristo, por el poder de su sangre, tan solo por haber creído y recibido por fe el Evangelio de Jesucristo, siempre se mantendrá rendido ante esa preciosa Cruz.

Escrito por: Ministro del Evangelio / Roberto Camilla /  roberto.camilla@gmail.com

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